Hemos organizado un congreso nacional en el que hemos hablado de contenciones y autonomía del paciente, estructurándose en ponencias y mesas redondas dispuestas en jornadas de dos mañanas y una tarde. Se trata sin duda de un tema complejo, sensible y multidisciplinar, que involucra aspectos de seguridad, éticos, legales, sociales y sanitarios. Por ende, era preciso contar con autoridades en la materia, con un equipo de ponentes conformados por Médicos especialistas en Psiquiatría y Geriatría, profesionales de la Psicología, de la Enfermería, Magistrados, Usuarios y Autoridades políticas.
La Dra. Aurora Bueno arrancaba la primera jornada informando de la vulneración de derechos (especificados posteriormente por la Dra. Ángela López Tarrida como los derechos a la dignidad, integridad, libertad e intimidad) que suponen las prácticas de contenciones mecánicas, estando prohibidas por el Comité de Prevención de Tortura de la ONU de 2013. Se trata, por consiguiente, de unas prácticas con más riesgos constatados que beneficios, de los que no existe evidencia alguna. Se entra incluso en la paradójica situación de que las supuestas justificaciones para realizar contención, esto es, la prevención de caídas y de agitación psicomotriz, se constituyen como las principales consecuencias de la misma. Suponen, además, una pérdida de confianza y ruptura de la relación terapéutica. En palabras de Mercé Torrentallé: “Durante mucho tiempo dudaba acerca de pedir ayuda por miedo a que me fueran a contener”. Son cuatro los principales ámbitos de estudio de dicha temática a nivel asistencia, a saber: Urgencias, Salud Mental, Discapacidad intelectual y Residencias para mayores, siendo en el ámbito de la Salud Mental en contexto clínico en el que menos pacientes se contienen, con una prevalencia estimada de 1.57%, y en donde mayores garantías se cumplían de ser indiscutible, indemne, inmediata, inevitable e intachable, como nos ilustraba la Dra. López Tarrida.
En la mesa redonda acerca de Derechos, el Magistrado don Herminio Maíllo nos explicaba de la incertidumbre legal que rodea a la práctica de contenciones puesto que, al margen de ciertas citaciones como en la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente, la Ley de Responsabilidad Penal del Menor, la Ley General Penitenciaria, el Artículo 763 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y algunas legislaciones autonómicas, no existe previsión ni regulación legal que permita el uso de contenciones mecánicas. El Magistrado señalaba su experiencia personal en constatar cómo, si bien la Administración está presente en estas inquietudes (como con posterioridad nos ilustró don Francisco José Fonta con el Plan Estratégico de Salud Mental y Adicciones en Andalucía), las principales iniciativas y sensibilidades parten casi siempre de las mismas asociaciones de profesionales y ususarios.
Es fácil caer en el terreno de lo utópico cuando abordamos el tema de las contenciones cero, pero las dos últimas mesas redondas, centradas en los ámbitos sociosanitario y hospitalario, respectivamente, nos daban ejemplos claros en donde determinadas organizaciones, con proyectos y herramientas que constan de toda la seriedad y rigor, arrojan resultados más que satisfactorios en este horizonte. Destacable las aportaciones de la Dra. Aurora Bueno con la Guía Marco para la prevención de contenciones, así como las experiencias de don Patricio Jesús Fuentes (Centro el Buen Samaritano) y doña María de la Rosa Pérez, que nos mostraban cómo son más de doscientos los centros libres de contenciones y cómo la ausencia de estas prácticas mejora la calidad de vida de sus residentes, medidas entre otras por herramientas objetivas como la Escala San Martín. Por su parte, doña Isabel Lebrero nos proporcionaba información sobre los programas SafeWards, Confemac y el Proyecto Innovar, Cuidar y Crecer. Por último, fueron destacables las experiencias de Unidad de Hospitalización de Puertas abiertas que nos presentaba el Dr. Jesús Toledo del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, redundando en un concepto ya presente en las Unidades de Convivencia del Centro el Buen Samaritano, y es la presencia de las familias durante los ingresos. Este tipo de unidad, según nos demostró, acorta ingresos, disminuye los reingresos, disminuye la involuntariedad, humaniza y desestigmatiza. Por su parte, don Jesús Portos, enfermero de San Joan de Deu en Barcelona, nos ilustrabaacerca de la adaptación de un programa orientado a geriatría para su uso en Salud Mental, con la Norma Libera-Care. Cerrábamos la mesa con la amena y excelente presentación de don Juan Antonio García acerca de la presencia enfermera en la vida del paciente ingresado.
Se concluía el congreso con la humanización en salud mental, a cargo del Dr. Luis Gutiérrez Rojas, en donde nos hablaba de la necesidad de luchar contra dos grandes enemigos, cara opuesta de la misma moneda: la Antipsiquiatría y la Psiquiatrización.